Ante la furia en las calles, el gobierno del Líbano cede y anuncia elecciones anticipadas
Tras la explosión que dejó cerca de 160 muertos y más de 6.000 heridos el martes en Beirut, estallaron violentas protestas contra la desidia y la corrupción de las autoridades.
Después del dolor de la explosión, la cólera estalló en Beirut. La policía reprimió con gases lacrimógenos y balines de plomo a las 5000 personas que se habían concentrado el sábado a la tarde en la plaza de los Mártires, al lado de la tumba del premier asesinado Rafic Hariri, para protestar por la forma en que el gobierno había conducido la crisis y pedir su renunciar. La escenografía era inquietante: había cinco palos con sogas para ahorcar a los líderes. Un símbolo de la absoluta ruptura entre la sociedad y los que la dirigen, viejos señores de la guerra civil, que llevan 30 años turnándose en el poder. Por la tarde había al menos 110 heridos en las protestas y un policía muerto.
Ante este escenario, el primer ministro libanés Hassan Diab convocó por la noche “a elecciones anticipadas para salir de esta crisis estructural” . Prometió permanecer dos meses en el poder para organizarlas. Pero si es la misma ley electoral, ya es un fracaso anticipado. Los manifestantes buscan un cambio total. La multitud exige que renuncie inmediatamente todo el Parlamento libanés, en escenas increíbles en la plaza de los Mártires en la noche del sábado.
La multitud avanzó a la cancillería para hacerla el “Centro de la Revolución”. Generales del ejército en retiro armados facilitaron su entrada a la Cancilleria, en medio de escenas caóticas. Pedían que la desalojaran porque los ingenieros creen que el edificio está en riesgo de caerse, dañado por la doble explosión del martes.
“¡Váyanse, son todos unos asesinos!” cantaba la multitud cuando la policía cargó contra ellos. “La gente quiere que el régimen cambie”, repetían , con sus caras cubiertas por máscaras y pañuelos. “Revolución” era el slogan más escuchado. El edificio de Virgin Megastore, en el centro de Beirut, fue incendiado.
La jornada de protesta convocada para este sábado tras la devastadora explosión del martes en Beirut terminó con violentos enfrentamientos y al menos 110 heridos. /REUTERS
Asalto a la cancillería
Cuando los manifestantes intentaron ingresar por la fuerza al Parlamento, la policía comenzó a disparar gases y balas reales. El gas lacrimógeno inundaba la plaza, reconstruida tras la guerra civil, pero la gente no se movía. El objetivo de los manifestantes sigue siendo ocupar el Parlamento.
“Nosotros queremos un futuro con dignidad. No queremos que la sangre de la gente víctima de la explosión se pierda”, dijo Rose Sirour, que llegó temprano a la manifestación.
La bronca contra la clase dirigente libanesa estalló cuando las cifras de muertos por la explosión del martes, ha llegado a 158. Además hay al menos 82 desaparecidos, 6.000 heridos -muchos graves- y 300.000 personas que perdieron sus casas.
La explosión fue causada por un incendio en un almacén del puerto de la capital donde se guardaban casi 3.000 toneladas de nitrato de amonio confiscadas hace más de seis años. El enorme estallido provocó una onda expansiva que alcanzó a viviendas a más de 5 kilómetros de distancia. En principio se cree que fue un accidente, aunque las autoridades no descartaron la posibilidad de un atentado.
Con banderas libanesas como única identificación, los manifestantes de todas las clases sociales tomaron por asalto la cancillería. Es un movimiento transversal.
La plaza de los Mártires es el corazón de la protesta ante la crisis social, política, económica y financiera que sumerge a Líbano, que la explosión redireccionó. El “Día del Juicio” es el nuevo lema y por eso se instalaron las horcas. Quieren poner fin al nepotismo, que el padre no sea sucedido por el hijo del clan político libanés.
“Después de tres días de barrer los escombros y curar nuestras heridos, es tiempo de explotar nuestra cólera y de sancionar a los que mataron a nuestra gente”, dijo Farés Al Hablabi, un joven de 28 años, a BFMTV en la plaza. ”Debemos unirnos todos contra el sistema. El cambio debe ser a medida de la amplitud de la catástrofe”, sugirió.
Una pancarta pide "ayuda". "Somos rehenes de un gobierno corrupto y una milicia religiosa iraní", este sábado, durante la manifestación en Beirut. /DPA
Jóvenes, ancianos, profesionales, estudiantes, todos fueron a la plaza. “Nosotros no tendremos más nada que perder. Todo el mundo ha descendido a la calle” declaró Hayat Nazer, una militante que está al origen de diferentes iniciativas solidarias.
“Esta es la primera manifestación tras la explosión, una exposición donde cualquiera de nosotros podría haber muerto. Esta es la primera advertencia que nosotros no tenemos nada más que perder”, reflexionó otro de los manifestantes.
Cuatro días después de la explosión, las chances de encontrar algún desaparecido con vida son casi imposibles. El último muerto que se conoció es la esposa del embajador holandés, Hedwig Waltmans Molier, que falleció el sábado, después de estar seriamente herida por la explosión en su propia casa.
La furia de los libaneses tomó las calles este sábado en Beirut. /AFP
Grieta en la sociedad
La ruptura entre la sociedad y la dirigencia política es total. Como lo dijo personalmente a todos reunidos el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que visitó Beirut el jueves. ”El pueblo les ha perdido la confianza”.
Nadie cree que ninguno de ellos puede investigar independientemente la explosión, después de 10 advertencias ignoradas que la capital libanesa dormía al lado de una bomba, tan letal como una bomba nuclear desde el 2013, sin que nadie reaccionara. El Estado sigue ausente en la ayuda.
Una muestra del desencanto. LBC, la cadena más importante, no reproducirá más declaraciones o discursos políticos de los líderes prometiendo una investigación de la catástrofe.
En medio de la crisis, el presidente y general cristiano maronita Micheal Aoun coincidió con su aliado, el secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah, para mostrar su desacuerdo para aceptar una investigación internacional sobre la explosión, que pide el pueblo libanés y el presidente Macron.
Después de que Aoun despidiera amigablemente a Macron y agradeciera su visita de 8 horas, el presidente maronita denunció que una investigación internacional “trata de diluir la verdad”. Para él, “la justicia libanesa debe ser rápida” porque “una justicia retrasada no es justicia”.
Barricadas incendiadas y manifestantes furiosos, este sábado en Beirut. /REUTERS
Una referencia a la hoy postergada sentencia del tribunal especial de Líbano sobre el asesinato en un atentado terrorista del entonces primer ministro Rafic Hariri, en febrero del 2005, que iba a publicarse este viernes y fue postergada por el duelo. En ella se juzgó en ausencia a cuatro militantes de Hezbollah como responsables.
Macron había llamado a la dirigencia libanesa a formar “un gobierno de unión nacional para frenar la crisis”. El general Aoun también lo descartó. ”Hay que preparar una atmósfera propicia para un gobierno de unión nacional. No podemos promover un gobierno de unión nacional y caer en las divisiones políticas observadas bajo precedentes equipos ministeriales”, dijo.
Antes había apelado a la posibilidad que fuera “un misil o una bomba” el origen de la explosión y recordó que pidió a Macron las imágenes satelitales para comprobarlo.
Un edificio en llamas, este sábado durante las protestas en Beirut contra el gobierno libanés. /REUTERS
La palabra de Hezbollah
Pero la palabra que más esperaban los libaneses era la de Hassan Nasrallah, el secretario general de Hezbollah, el verdadero mandamás del Líbano. En un discurso transmitido en directo, el número 1 de la milicia y el partido shiíta, con alta representación parlamentaria, generó la sorpresa, al negar que Hezbollah “controle el puerto de Beirut” y acusó “a los medios” de imponer esa idea.
“Esos medios quieren llevar al país a la guerra civil”, advirtió Nasrallah, y lanzó un arreglo de cuentas contra Walid Joumblat, el druso y jefe del partido socialista progresista. Joumblat había sugerido que tanto Israel como Hezbollah podrían ser responsables, algo que ambos negaron.
“Ellos quieren decirle a la gente y a los habitantes de Beirut que quien ha destruido sus casas y matados a sus hijos es Hezbollah. Yo lo niego categóricamente. Nosotros no tenemos ni armas, ni misiles ni materiales explosivos, ni nitrato de amonio en el puerto de Beirut”, aseguró Nasrallah. “La verdad debe ser develada porque nosotros tenemos una crisis de sistema”, agregó.
“Ciertos han dicho que Hezbollah portaba una responsabilidad porque él controla el puerto de Beirut. Es una mentira. Nosotros no controlamos el puerto de Beirut. No sabemos que hay allí. El puerto de Beirut no es nuestra responsabilidad. Nosotros conocemos mejor el puerto de Haifa (en Israel), que el de Beirut, en el marco del equilibrio del terror”, sostuvo Nasrallah.
“Esta campaña busca hacer cargo a Hezbollah de la responsabilidad de esta explosión. Es injusto: nosotros deploramos las víctimas entre nuestros simpatizantes” ,dijo el secretario shiíta, a “las mentiras y falsificaciones”.
Nasrallah propuso que sea “el ejército libanés quien lleve adelante la investigación”, porque es en él en quien “tiene confianza la población”.
Pero luego tuvo una frase interesante sobre la visita de Emmanuel Macron y sus sugerencias. Dijo que tenía “aspectos positivos”, sin mencionar los negativos. Era su manera de considerar que ni Macron ni Francia consideran a Hezbollah un grupo terrorista, como Estados Unidos.
El jefe de Estado francés recibió a Mohammed Raab, líder parlamentario de Hezbollah, como un protagonista de la política libanesa, sin considerarlo terrorista y tuvo un aparte con él.
El domingo habrá una video conferencia de donantes internacionales para el Líbano. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump llamó a su par libanés, el general Michael Aoun, el sábado para solidarizarse y decir: ”Yo participaré y todo el mundo va a ayudar”.
Comentarios
Publicar un comentario